jueves, 28 de abril de 2011

"Un momento para recordar"


Era la primera vez. Tú caminabas a mi lado vergonzoso, sin hablar. Yo pensaba en lo mío y caminaba a tu lado. No sabía que decirte. Apenas te conocía y quería dar una impresión positiva. Era una niña, y tenía pensamientos de niña.
Días antes había soñado con citas de película, había planeado hasta el último minuto como siempre hacía pero nada funcionó. Supongo que las citas de películas son como bien se definen “de película”. 
¿De qué podía hablar? Te gustaba la música, lo sabía porque lo aprecié en tu indumentaria. A mí me gustaban mil cosas, pero no podía decirlo, en ese momento no parecía yo. No me sentía yo.
¿Dónde estaban las mariposas del estómago? Parece ser que eso no existía de verdad. O yo no estaba enamorada, o mis mariposas estaban dormidas. Pensaba que el amor llegaba, sin avisar, arrasaba y permanecía para siempre en los seres. Con el tiempo y con los años he descubierto que el amor se fragua poco a poco y el que llega, así, sin avisar, se va de la misma manera.
Aquella noche estaba nerviosa y apenas hablé. Tú también lo estabas y mirar las estrellas fue la forma más sencilla de evadirse de una situación que era tan nueva que ni tú ni yo éramos nosotros mismos.
De repente, sentí como sujetabas mi mano; yo también te agarré fuerte. En ese momento sentí que nunca soltaría esa mano porque con ella me sentía segura, querida. No podía explicarte nada, pero sólo con tu mirada sabía que serías para mí como yo ya lo era para ti.
Una sonrisa iluminó mi cara, me sentía plena, y aun con el paso de los años, cuando recuerdo aquel momento aun sonrío para mí misma, recordando que aquella noche se fraguaría una relación de aquellas en las que el amor puede con todo.