viernes, 16 de octubre de 2009

Zipy y Zape (Inseparables)


Éste no es un cuento cualquiera, no es una historia tomada de ninguna parte, simplemente es la historia de una amistad verdadera jamás contada.

Hace ya más de un mes te marchaste y, entre sonrisas y lágrimas quedó la despedida.

Habían sido dos años de risas en la cocina, de cuchicheos y secretos, de mañanas de piscina con la de la eterna juventud, garabilla (1 y 2), entre otras, y de tomar el sol como los lagartos.

Ahora nada es lo mismo, parece que falta algo, que cuando quiero terminar el puzzle falta una pieza, y es que cuando alguien tan importante se marcha aunque sólo sea para "hasta luego" se nota, y mucho.

Necesito unas diez horas de cine absurdo sin interrupción, reír hasta casi llorar en la cocina, hacer un baile, cantar canciones de sabe dios que año, ponerme la manta de los secretos y contarte todo lo que me pasa por esta cabecita loca que no descansa, repetir hasta la saciedad sisi, vamoh, cheche, ponpom, lala, cata, chinchin, pumpum sin que tenga porqué tener un sentido pero que me haga gracia después de repetirlo 100 veces cada día durante 365 días (o más). Y otras cuántas cosas más que no cabrían ni en mil blogs para contarlo.

Ahora pienso cuántas veces te he llamado para decirte tonterías que no están como se diría en mi tierra (ni pa´dichas). Y es que he aquí la prueba de que la AMISTAD con mayúsculas SI existe. Y de verdad.

Te espero en unos meses para comer las uvas, reir, beber fanta de limón en la discoteca, ponermos como "pipis" con los polvorones y pasarnos horas sentaditos contándonos las mil y una historias de siempre y por supuesto te esperaré otro año para volver a la aventura de siempre, y compartir otro montón de momentos que te prometo, nunca olvidaré.

En definitiva gracias, porque ha sido maravilloso compartir y seguir compartiendo esta amistad contigo. Te echo de menos.

jueves, 1 de octubre de 2009

Reflexión Otoñal con Soles de Primavera


Hace más de una semana que en los medios de comunicación se nos anunciaba la llegada del otoño.

Era el último adiós al verano que tras meses de sofocante calor se marchaba hasta el siguiente año. Pese a que el verano se despidió, ¿dónde está el otoño? ¿Dónde están las lluvias y el viento frío que acompaña a sus días? ¿Dónde están las nubes en el cielo que te hacen llevar un paraguas "por si acaso"? ¿Dónde están las cazadoras extras que todos llevamos a primera hora?

El otoño no ha llegado, ha llegado el eco de su nombre, el marrón de los campos y la caída de las hojas, pero el sol sigue brillando y calentando como aquellos últimos días de primavera.

Hoy, cuando me he levantado, he visto a las primeras gotas asomar en un cielo encapotado; y otras muchas acompañando a aquellas primeras que han caído desde las puertas del cielo.

¡Por fin has vuelto otoño perezoso!¡Por fin he podido coger mi cazadora!¡Por fin he podido mirar por la ventana, y escuchar en silencio el tintineo de la lluvia!

Pero... ¿Quién te ha hecho tardar tanto? La respuesta es sencilla: El ser humano.