lunes, 27 de junio de 2011

"La libertad"

Alguien un día me dijo que dibujara la libertad. Entre cuatro paredes de un color homogéneo era difícil coger papel y lápiz y dejar que los trazos corrieran libremente. ¿Podría encontrarse la libertad dentro de aquel lugar? Me senté en la silla y miré por la ventana buscando una inspiración. Era primavera, y los rayos de sol daban un brillo de color amarillento al cristal que me hacía casi cerrar los ojos.  Una vez más dejé que mi alma saliera a juguetear al jardín, a percibir los olores, a jugar con los colores. Pero no era libre, al abrir los ojos volvía a la habitación grisácea y solitaria en la que había pasado los últimos meses.
No sabía qué era la libertad, no sabía qué era ser libre, lo había olvidado. Mis recuerdos se habían quedado en aquella estación de tren no sabía hace cuanto tiempo y tampoco sabía por qué.
¿Cómo podía dibujar algo que en mi interior ya no existía? Cogí mi diccionario en busca de respuestas y leí cada una de las palabras, ya borrosas por el uso, que aquel librito casi de bolsillo exponía. Pero allí tampoco estaba lo que buscaba.
Soñé aquella noche y las siguientes con mi libertad. Quería ser libre, pero no quería la libertad del ser humano. No quería esa libertad que depende de alguien, ni tampoco la libertad que aportaba la soledad, yo no había elegido la soledad. En definitiva, no era libre.
Una mañana de abril me desperté con el tintineo de las gotas de lluvia en la ventana.  Estaba amaneciendo,  la lluvia era tan débil que apenas mojaba la repisa de la ventana. La misma ventana que había mirado durante meses.
De repente,  algo cambió en ese cuarto; un pájaro se había posado en la repisa. Era la primera vez que sucedía esto. Vi, desde la cama, como encogía sus alas y se posaba tranquilo en la ventana. A los pocos minutos desapareció. Pero volvió a la semana siguiente. Y a la siguiente.
Cada mañana, el pájaro volvía a la ventana, porque quería, porque era libre, y se marchaba de la misma forma.
Una de esas mañanas, cuando la claridad comenzó a llenar de luz la pequeña habitación me levanté, cogí el lápiz y dibujé un pájaro. Esa era la imagen de la libertad que yo añoraba. Él era libre. Libre en sus movimientos y pensamientos. Iba y venía allá donde quería. Si, definitivamente era libre. Mientras yo, simplemente me limitaba a mirar.
Y aun siendo libre, al menos de la forma en la que decidí concebir la libertad; aquel pájaro volvió todas y cada una de las mañanas a aquella ventana, para luego marcharse de la misma manera.

4 comentarios:

  1. oohhh Mari, como siempre, sin palabras!!
    la libertad es algo que todo el mundo quiere y solo unos pocos tienen... asique esperemos todos ese mes de abril!

    aLiRe! :D

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  2. Que bonito Marielaa!!!

    Mélody

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