domingo, 13 de noviembre de 2011

"Un viaje sin fecha de vuelta"


Un andén. Unas vías. Un tren que se aproxima. Es mi hora. 
Con el billete en la mano sigo pensando una y otra vez si de verdad quiero hacer ese viaje que tanto llevo planeando. No es el momento -repite una y otra vez mi mejor amiga- Las cosas siempre hay que hacerlas con la cabeza fría. Y ¿Por qué no he de hacerlo? Es lo que me planteo yo. No es una huida, me repito una y mil veces; es un cambio. Un nuevo rumbo; yo, con un timón a dirigir a cualquier parte y a la vez a ninguna. 
No hay despedidas. Esta vez no. No al menos ahora, aunque esto suponga ser cobarde. 
Me marcho, definitivamente me voy. Llegó el momento.
En mi bolso mi libro favorito y mi teléfono, apagado. 
Desde mi asiento veo como la ciudad se aleja, y empiezan los primeros verdes de los campos; echo mi cabeza hacia atrás para a continuación cerrar los ojos y volar. Eso, volar. Surcar los cielos limpios, puros, sin atisbos de oscuridad. Cuando abro los ojos, el reflejo del cristal de la ventanilla muestra a otra persona. Vuelvo a ser yo misma.

martes, 8 de noviembre de 2011

"El fin de los sueños"



La mayoría de los días ella se los pasaba soñando, para luego en sus noches no cerrar los ojos. Una y otra vez soñaba con su mundo perfecto, donde quizá cupieran muy pocas personas; pero era tan perfecto... Día si, día también esperaba algo que no llegaba, y por mucho que lo parezca no era un regalo, no era una carta, no era tampoco una postal. Era simplemente un deseo, el deseo de que su mundo nunca desapareciera. 
La chicha, soñadora como muchas, se evadía de una realidad que no le gustaba para vivir otra paralela, que creía firmemente que existiría algún día. 
El deseo pese a ser el pensamiento más recurrente no llegaba. Pese a ser miles de monedas en fuentes no llegaba. ¿Es que los deseos no se cumplían? Querida, no en la vida real; le dijo algún día un caminante. Ella prefirió no creer a nadie; seguir pasito a pasito en su mundo paralelo donde nadie le hacía daño. No supo nunca cuantos años habían pasado puesto que aquí el tiempo no era lo más importante; lo importante eran los sueños, las ilusiones, en definitiva su deseo. 
Un día, en ese trayecto, tropezó con un precioso rosal que estaba poblado de grandes y olorosas rosas rojas. De nuevo un caminante le dijo: No cojas esas rosas, niña; que aunque la flor sea la más bella, sólo podrás apreciar el dolor de sus espinas. ¿Dolor? Ella no conocía qué era esa palabra. En su mundo no existía una palabra tan dura: dolor. Las rosas le parecieron lo más bonito que había visto, ¿cómo algo tan bonito podría causar dolor? Imposible. Y como no era de extrañar, decidió continuar con lo que ella siempre creyó "perfecto" y coger aquella flor porque lo que transmitía era de mayor peso a aquello a lo que llamaban "dolor". Y aquel día ella se pinchó con las espinas, una y otra vez, con todas y cada una de las rosas que allí había. ¿Testarudez? No. Simplemente la inocencia de creer que algún día las rosas, que eran lo más bonito, dejarían de causarle esa sensación.
Cuando no quedó rosa alguna, pero si muchas heridas en sus manos volvió a caminar, miedosa; no podía evadirse, pensar, su mundo no estaba. Sólo venía en su mente una y otra vez el dolor de sus manos ensangrentadas que apretaban las rosas, sin soltarlas. En realidad, eran tan bonitas...
El paso del tiempo le hizo despreciar aquellas rosas, no le habían traído algo que no fuera dolor, su belleza se había marchitado al poco tiempo de cortarlas, pero sus espinas seguían clavándose cada vez más dentro; de ahí que decidiera (aunque costosamente) dejarlas en alguna parte de su camino. 
Ya no sentía dolor, por lo que ¡podría volver a soñar! Intentó volver a cerrar los ojos como había hecho todos los días; pero su mente ya no viajaba, su mundo había desaparecido. Estaba simplemente en el mundo real, aquel que tanto odiaba. En aquel mismo momento un mensajero llegó: te traigo tu deseo. 
¿Mi deseo? Sí, aquel que pediste hace muchos años, y llega, como ves, con retraso. Lo siento señor, creo que yo nunca pedí un deseo. El mensajero insistió una y otra vez sin resultado alguno. 
Al despedirse, triste le recordó: tardaré muchos años en poder volver para cumplir tu deseo. A lo que la chica respondió: Trae usted grandes palabras y me encantaría hacerle feliz, pero en la vida real no existen los deseos. 

"Otoño gris"


Puede que hoy no sea tu mejor momento, que el otoño te traiga unos recuerdos complicados o que simplemente te vengan a la mente esas maravillosas películas que sólo hablan de amor y de paseos largos bajo la lluvia.
Puede que te hayas levantado y no tengas un motivo por el que sonreír, o que no te sientas el protagonista de tu propia vida. Yo también me he sentido un personaje secundario en la que debería ser mi historia más de una vez. Es posible que los que en algún momento creíste que muchos de los que te rodearon hoy se han ido desvaneciendo hasta el punto de no saber de ellos. 
Puede que tu felicidad sea variable, hasta el punto de que ha llegado a no depender de ti.
Si me lees, y te sientes identificado piensa que alguien en cualquier parte del mundo comparte este sentimiento, que no eres raro, ni estás solo.
Y sonríe, porque pronto tras el otoño y el invierno, volverán la primavera y el verano; que traerán el color de nuevo a tu vida. Se acabarán los grises de las tardes oscuras y los nubarrones que avisan de que va a llover. Volverá el canturreo de los pájaros y los rayos de sol a tu ventana. Volverás tú, en definitiva.